jueves, 31 de enero de 2008

La trinchera

En la angosta trinchera, con los pies hundidos en el barro, mortificado por la fiebre, siento que no aguanto más. Quiero salir, ser avistado por el enemigo y recibir el disparo que acabe con mi sufrimiento. Me decido. Trepo por la tierra húmeda y echo a correr. No escucho ningún disparo. El tiro que te mate no lo oirás, dice la vieja máxima militar. Quizá esté muerto ya. No, sigo corriendo. Salgo del campo de batalla. Avanzo, incansable. Llego a mi calle. A mi casa. Llamo a la puerta. Me reciben mi esposa y mi hija. Me abrazo a ellas, para siempre.

miércoles, 30 de enero de 2008

La abuela de Nata

Siempre le llamaron Nata, Renata era un nombre demasiado pomposo para una niña. Sólo su abuela paterna le llamaba por su nombre completo. Bueno, eso cuando se dirigía a ella, algo que no era habitual. Para su abuela, los niños de la casa eran seres prácticamente invisibles. Necesarios para perpetuar el apellido pero inútiles para todo lo demás. Por eso, para Nata, la voz quebrada de su abuela llamándola por su nombre completo anunciaba, seguro, una mala noticia.

Aquella mañana cuando oyó a su abuela gritando su nombre desde el dormitorio de su padre, supo que lo que iba a encontrarse allí la marcaría de por vida. Su abuela agachada en el suelo intentaba sujetar la cabeza a su hijo. Un charco de sangre se extendía poco a poco por la alfombra, imparable, como si quisiera llegar a todos los rincones de la habitación.

Nata se quedó de pie junto a la puerta, no sabía qué hacer, no entendía qué pasaba. Miraba a su padre inerte en el suelo, sabía que era él, pero no reconocía la expresión de su mirada. Entonces, su abuela se giró, era la primera vez que Nata la veía llorar. Sus ojos, huecos hasta ese momento, se llenaron de repente, enseñándole el miedo, la pena, el dolor y el amor. Fue un instante pero ochenta años después, cuando Nata, rodeada de sus hijos y sus nietos, se despedía de su vida, sólo dijo yo también te quiero abuela.

lunes, 28 de enero de 2008

Pobre

Los muchachos se arremolinan en torno al cazador. Muestra las codornices muertas, algunas aún gotean sangre. A ésta la he matado justo mientras comía, se enorgullece el hombre. Todos observan el pescuezo abultado por los granos de trigo. Pobre, dice Genarín. El muchacho no se imagina que pronunciar esta palabra le marcará para siempre. Es un pueblo tan pequeño.

Soy así porque vosotros me véis así

Dedicado a todos los coreanos de mi vida que, por suerte, son éjército. Os quiero.

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
- oscuro, torpe, malo- el que la habita…

Angel González

Atrévete

Y después de este vídeo hermoso que me hicieron descubrir mis compis del máster comparto un credo de otros compis que suscribo al completo. Como diría mi sensei Juan Carlos, "ni yo misma lo hubiera dicho mejor!" :o)

  • Creo que las personas podemos mejorar día a día y actuar para lograrlo.
  • Creo que la vida es el conjuno de decisiones tomadas hasta la fecha y que, de la misma forma, en cualquier momento podemos decidir cambiarla.
  • Creo que la vida es más sencilla si tiene un sentido y que cada uno decide si quiere buscarlo.
  • Creo que cada persona debe buscar su autenticidad y metas de acuerdo a sus valores y principios.
  • Creo que lo único permanente es el cambio y la transformación constante.
  • Creo que para ser todo lo que somos capaces de ser, no podemos continuar siendo los mismos.
  • Creo que las personas necesitan ser libres para poder crecer y expresar su esencia más profunda.
  • Creo que somos mucho más de lo que pensamos y que la vida consiste en descubrir ese potencial que tenemos.
  • Creo que es nuestro deber y obligación buscar la felicidad en la vida, allí donde sea que se encuentre.
  • Creo que la única persona a la que podemos cambiar es a nosotros mismos y que igual ocurre a los demás.
  • Creo que casi todo en la vida son elecciones y tenemos la libertad de elegir lo que queremos hacer, aunque eso suponga estar dispuesto a pagar un precio.
  • Creo que somos responsables en un 100% de nuestras experiencias y que cuando nos aceptamos a nosotros mismos, todo empieza a funcionar.
  • Creo que lo que pensamos va creando nuestro futuro.
  • Creo que el momento de poder es siempre el presente.
  • Creo que en nuestros peores momentos, pensamos: "yo no sirvo". Esto no es mas que una idea, y una idea se puede cambiar.
  • Creo que el resentimiento, la crítica y la culpa son las reacciones más dañinas.
  • Creo que las respuestas están dentro de cada uno.
  • Creo en el sentido del humor como muestra de inteligencia.
  • Creo que cada camino es único y a veces no es fácil hallarlo.
  • Creo que las ayudas son impotantes. OFrEZCO LA MÍA y AGRADEZCO LA TUYA

viernes, 25 de enero de 2008

Descubrimiento y conocimiento

Descubriré que te veo cuando te mire
Descubriré que te oigo cuando te escuche
Sabré a qué sabes cuando te pruebe
Sabré a qué hueles cuando me detenga en tu nuca a respirar tu esencia
Pero si alguna vez no te veo, no te oigo, no te huelo, no te saboreo, te tocaré para encontrarte.

miércoles, 23 de enero de 2008

Una de cosechas

Avanzó rauda como el viento, recorriendo los campos sin tregua. Se metió en el maizal y de allí se fue directa al bosque. Algo en su cabeza la impulsaba a seguir buscando. Search, search, search. La voz no cesaba. Buscó. Buscó tanto que encontró. A la salida del bosque descubrió el campo olvidado, sus mejores tierras antaño tan fértiles. El campo seguía hermoso en apariencia y ella lo contempló con nostalgia y amor pero, de repente, un rayo lo fulminó todo. Ella sintió la muerte como un desgarro. El dolor brotó como la sangre: lento, espeso, pegajoso. Se dió la vuelta camino a casa y se metió en la cama.

La noche fue densa, llena de brumas pero llegó la aurora vestida de sol y de pronto ella recordó que ya no dependía de aquel paraje para subsistir. Aquella tierra mágica que todo le daba ya no importaba. A través de los años se había labrado nuevos horizontes de prados, pensiles hermosos y secretos con los que alimentar su existencia. Suspiró aliviada y se levantó para ir al invernadero: allí le esperaba la belleza de las orquídeas.

martes, 22 de enero de 2008

La voz diferente

Quiero esta habitación expedita, ordena el sargento sin miramientos. Los de la policía científica miran, entre enfadados y resignados, a su superior, que les hace ademanes con la mano para que aligeren. Solo en el lugar del crimen, el sargento saca su móvil. Lo sopesa con su mano derecha, finalmente levanta el auricular del teléfono fijo sobre la mesilla del cuarto. Así me ahorro la llamada, piensa. Su voz suena muy diferente a la que ha dado las órdenes hace un instante. Hola, cariño, odio mi trabajo tanto como te quiero a ti.

lunes, 21 de enero de 2008

Se acabó

Su vida en común son jirones de recuerdos

Ella contempla a diario su propio desgarro

Él siente el pánico del olvido

Sus ojos se temen, no se recuerdan porque ya no se encuentran

- No hay nada en la nevera

- No, no hay nada de nada

La vida en la oficina

El balance balancea. El plan planea. El informe informa. La factura factura. El estudio estudia. La nómina nomina. Los elementos de la oficina cobran vida a medida que los empleados la pierden.

viernes, 18 de enero de 2008

No hay más que una

Hoy es el 65 cumpleaños de mi amatxu, de mi madre, y como ya no vivimos juntas, he querido escribirle una cosita, sólo una minúscula parte de lo que podría escribirle porque es un apoyo tan constante en mi vida que creo que podría pasarme otros 30 años diciéndole todo lo que significa para mí. Así que Zorionak Ama!! No te jubiles de tu trabajo de madre que aún te necesito a pleno rendimiento.

El amor sin preguntas.
Quien está siempre ahí aunque esté lejos.
La que llora conmigo sólo porque yo lloro.
La que me da lecciones sin exámenes.
La llamada de las 10.
Quien me defiende ante todos y me riñe a solas.
La que se deja engañar aunque lo sepa todo.
La mía, la única.

En el fondo del mar

Horrorizado se dejaba las uñas en intentar desatar el nudo de la cuerda que le acercaba sin remedio al fondo. Sabía que no tenía que ponerse nervioso, porque consumía más rápidamente el poco oxigeno que aún almacenaban sus pulmones. Agua, agua y más agua alrededor. Intentó asir la piedra que llevaba atada al pie izquierdo e impulsarse hacía arriba para coger un poco de aire. No había avanzado ni medio metro en dirección a la superficie cuando el peso de la piedra volvía a hundirle sin remedio. Ya no le quedaba aire. Se ahogaba. Soltó la piedra y descendió al abismo.
La mañana siguiente, Aurelia -la asistenta dominicana- se sorprendió al darse cuenta de que Matías no se había levantado pese a lo tarde que era. Cuando entró en su habitación para despertarle, enseguida notó algo raro. Matías estaba muerto, sus manos asidas al pie izquierdo, lleno de arañazos. El médico certificó que la muerte se había producido entre las tres y las cinco de la mañana. La autopsia no desveló nada extraño. Parecía como si Matías hubiera dejado simplemente de respirar.

El milagro del sargento Evatt

El sargento Evatt pasaba los días atado a una cama del Hospital para Veteranos del Ejercito de los Estados Unidos en Beaumont. Julia nunca había preguntado al doctor Williams qué mal exacto aquejaba al sargento, porque sabía que en esa sala sólo estaban los enfermos que nunca se recuperarían. Y eso ya era saber demasiado. Julia lavaba, alimentaba y cuidaba a Evatt todas las tardes de lunes a viernes con una minuciosidad y cariño que no dedicaba a ningún otro enfermo del pabellón. Algunas tardes, después de haber acicalado al sargento y haber notado que -como siempre- a éste le gustaba sentir el tacto de sus manos sobre él, Julia se aupaba sobre Evatt en la estrecha cama del hospital, con cuidado de no sacar al soldado González del sopor en que caía al morir la tarde, y le cabalgaba en un estado de semiinconsciencia, mientras pedía a Dios que le concediese su mayor deseo. Seis meses después de la muerte del sargento Evatt, nació el hijo de Julia por cesárea. Se llamó Stephen en honor a un padre que nunca conoció.

jueves, 17 de enero de 2008

Responsabilidad

Cuatro metros cuadrados. Ése es el espacio que le corresponde en la empresa, una prestigiosa firma internacional que acumula certificados de calidad y se distingue por su responsabilidad social corporativa. Como habitualmente, llama a su mujer para decirle que llegará un poquito más tarde. El jefe le ha pedido un esfuerzo adicional, pero que fiche a las seis para no contabilizar horas extras. Hay que implicarse, Emilio, ya me entiendes. Recibe un correo electrónico en el que un amigo le alerta de un peligroso virus informático que borra todo el disco duro. Sobre todo, no abras el mensaje, tíralo sin abrir, le advierte. Llega el mensaje cargado con el virus. Lo elimina. Se acerca al despacho del jefe. Ya se ha ido. Gusta de marcharse diez minutos más tarde de la hora para que los empleados le vean en su puesto mientras abandonan la oficina. Mira el correo electrónico. También aquí ha llegado el mensaje envenenado. Lo abre.

miércoles, 16 de enero de 2008

10 gramos menos

Todas las mañanas lo primero que hace cuando se levanta es mirarse en el espejo.
Ningún atisbo de coquetería.
Su ojo está entrenado para buscarse defectos.
Siempre los encuentra.
Dibuja mentalmente las marcas por donde realizaría la incisión que haría desaparecer toda esa carne inútil, toda esa carne que ella siente muerta.
Su único objetivo, la perfección.
Gira la cabeza, la ve de repente, su presencia le sobresalta.
Es un objeto inerte, mudo, pero a sus oídos llegan los cantos de sirena que le obligan a acercarse, a subirse a la báscula, a mirar el resultado.
39 kilos.
Una sonrisa se dibuja en su cara mientras se toca suavemente la clavícula para reconocer la dureza del hueso.
- 10 gramos menos, piensa, mañana tienen que ser 30

lunes, 14 de enero de 2008

Exausta

Ella Fitzgerald pide con su voz cascada que le lleven a la luna y Felicia piensa que ella no quiere volar tan lejos. Le bastaría con irse a la cama. Son las nueve y media pasadas y a pesar de los dos cafés que se ha tomado por la tarde no consigue estar alerta. Acaba de corregir y terminar los últimos detalles de una presentación de ventas, mañana madruga para ir a rehabilitación, de allí irá a la oficina a seguir trabajando en la página web y por la tarde volará para llegar a la reunión con Paco. Tiene que acabar a las ocho en punto porque empalma con otra reunión con sus compañeros de máster. La cadencia de la voz de Ella la adormece. No puede escribir ya más nada y, sin embargo, tiene que terminar dos trabajos y escribir un mini guión de teatro. ¿No podrán hacernos un examen como toda la vida? Las campanas del convento repican y Felicia cierra el ordenador. Claudica. Se va a la cama. Últimamente cae rendida demasiado a menudo. Soñará con tarjetas de visitas magenta y vidas con fines de semana para perrear y ver a los amigos.

¿Dónde?

En tus ojos está mi destino

En tu boca está mi respiración

En tu voz está mi libertad

En tu abrazo está mi refugio

En tu camino está mi vida

En tí estoy yo

jueves, 10 de enero de 2008

Las lágrimas

Ya los hombres habían cavado la cárcava en la que Eusebio descansaría para siempre. Deberíamos haber hecho la fosa junto a un cerezo, pues bajo un cerezo nació. Digo yo que habrá que enterrarle en el camposanto, como a todos los difuntos. Eusebio no era como los demás; era bueno. Qué curioso, siempre le recuerdo siendo viejo. Pues no siempre lo fue, y yo puedo dar fe de ello. Ninguno se había percatado de la presencia de la vieja Emilia. Antes de que la mirasen, tuvo la prudencia de secarse las lágrimas.

Te quedas en casa

Tal vez sea mejor que se quede en casa. Lo mejor para curar una gripe es reposo y tranquilidad.

Mientras Julia cerraba la puerta de la consulta de su médico de cabecera, no pudo evitar que en su dolorida cabeza se agolparan un buen número de pensamientos: la comida que tendría que preparar para el día siguiente, las carencias de su frigorífico, la última letra de la hipoteca, la discusión de su marido con su jefe, las notas de sus dos hijos que tendría que firmar y el regalo para su madre por su setenta cumpleaños.

Definitivamente, el descanso no iba a poder ser. Quizás durante otra gripe.

lunes, 7 de enero de 2008

No dejes de mirarme

Aprovecho la coyuntura para pedirle perdón a Mari por no haber podido quedar con ella. Vivir aquí y no tener vacaciones me lo han hecho imposible. Te debo una visita.

No dejes de mirarme, mientras me mires estaré en tí, en ese pequeño trocito de tu pupila.

Si cierras los ojos, aunque sólo sea un momento, me desvanezco, voy menguando hasta desaparecer.

Por ahora, eso es todo lo cerca que estaré de ti pero pronto te enseñaré mis esquinas, las fronteras que marcan mis huesos y yo encontraré tus rincones y tus recovecos.

Cuento los días, repaso las horas, contabilizo los minutos, me olvido ya de los segundos. Mi cuerpo te espera, mi cabeza te piensa, mi corazón te anhela.

Pero, de momento, por favor, tú no dejes de mirarme.

El secreto del viento

Al borde del acantilado, Eusebio confesó a su amigo su secreto. Observa, le dijo, hacia dónde te empuja el viento. Hacia el mar. Ahora, mira mi pelo y mi capa. La melena de Eusebio y sus ropas ondeaban furiosamente tierra adentro.