viernes, 25 de abril de 2008

0 grados

El frío me da miedo
El corazón no responde
No bombea, no sabe
En un desierto con resquicios de vergel sin salida de emergencia
Sin olores, sin sabores
Sin calor

jueves, 24 de abril de 2008

No news ...

No news, good news, o eso dicen. En mi caso es más no news, I feel like ripping the head of someone...

Ansiedad. Llevo dos meses en los que vivo esperando. El otro día se fue al traste una de las vías de huída y me he dado cuenta de que lo que me estresa es la incertidumbre, no la negativa. ¿Me dirán algo la semana que viene? La que espera desespera. El arte de la paciencia, ya lo decía Gracián.

We only said good bye with words, I died a hundred times, You go back to her, and I go back to black.

Me tengo que comprar una tele nueva con TDT. ¿Cómo pueden ser tan caras?

miércoles, 23 de abril de 2008

Augurios

Se acerca al balcón y otea el horizonte. Ya no están y eso lo hace todo más inquietante. Esta mañana se ha levantado tarde y cansada y, después de la ducha y el ritual de las cremas, se ha desplomado en la cama para ponerse las medias. Entonces ha oído el chillido, el alarido feliz y lleno de fuerza y vitalidad. Lleva días esperando su regreso y hoy, por fin, ha levantado la vista y lejos, sobre el cielo nublado, recortaban las nubes con su vuelo frenético los vencejos, aves de buen agüero. Si estuviera en la Grecia Antigua iría a ver al oráculo. ¿Qué anunciáis benditas criaturas? Los vencejos, uno de sus animales tótem, la han sacado de la astenia. Ha apretado el puño y se ha concentrado en su anclaje, un anclaje en el que el centro de su cuerpo expulsa millones de flechas aladas negras de sonido agudo y triunfal. Todavía no revolotean incensantes sobre los tejados del convento, no se acercan aún a su balcón mientras habla por teléfono. Muchas veces se dirijen como un kamikaze en picado de vértigo y justo, cuando parece que van a estallarle en la frente, levantan el vuelo y la acarician con el aire de sus alas. Los múrciélagos ya llevan varias noche de caza. Ahora los vencejos han vuelto al centro de Madrid y sólo es cuestión de días antes de que lo inunden todo de primavera.

Ansiedad

Vuelve abrir la página web con el pronóstico del tiempo. Un enorme sol sobre su próximo destino vacacional. Perfecto, como tiene que ser. Necesita sentir el calor del sol de una vez. Está harta de lluvia, frío y nieve. Pincha en el vínculo que le dará los datos sobre la siguiente semana. ¡Mierda, va a llover!, exclama desilusionada y enfadada. Su marido le quita el ratón de las manos. ¿Cómo quieres disfrutar de las vacaciones la semana que viene si ya estás agobiándote por lo que pueda salir mal? Pillada en falta de nuevo, sonríe y promete no volver a buscar información meteorológica, ni leer críticas de huéspedes sobre el hotel. Respira hondamente. La ansiedad no es fácil de batir.

martes, 22 de abril de 2008

Estoy cansada

Estoy cansada, baja de energía. No sé que es lo que me pasa. ¿Será la primavera? Me extraña porque parece que no llega. Estoy apática y por mucho que respiro en cinco, retengo diez y expiro en siete el oxígeno sigue sin llegarme a la sangre. Aprieto el puño, pienso en aquel momento de triunfo, repito el mantra -yo puedo- y camino dentro de mi círculo que es rojo brillante como el torrente de hematíes que me galopa en el cuerpo. ¿Qué me ocurre? Yo tengo la energía de un conejito de Duracel. Dura, dura y dura. Es curioso, el conejito de Duracel es rosa bombón, como el del metro de París, ese que se pilla la pezuñita con la puerta.

Ayer fuí con Txemi a la farmacia. Buscábamos una vacuna anti-ácaros. Con receta cuesta ochenta euros, sin receta, doscientos. ¿Qué te inyectan? ¿Ambrosía?

El crimen no compensa.

Ya tengo billete de tren para Boulogne-sur-mer.

En la tele Matías Prat narra el partido del Liverpool contra el Chelsea. Hombres de azul y rojo escupen cual lamas peruanas. Juegan en Anfield. Menos mal. En Fulham no se oirán los aullidos de Standford Bridge. El 50 de Beltran Road estará tranquilo.

lunes, 21 de abril de 2008

Mi azucena tronchada

Para Jon, gorrión, azucena tronchada. I miss you boy...

Cuando sobre el pecho inclinas
la melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.

Porque al darte la pureza
de que es símbolo celeste,
como a ella te hizo Dios
de oro y nieve.

Rima XIX de El libro de los gorriones, Gustavo Adolfo Bécquer

Melancolía de lluvia

Se siente parte integrante del poema, de ese hermoso poema que tanto y tanto recitó. Porque es un ave del norte, de mañanas brumosas y de xirimiris eternos que calan hasta el alma.

La niebla de Londres que rezuma el Támesis como si fuera una enorme chimenea y la luz de brujas que se refleja burlona en los prados verdes esmeralda de Asturias. Las botas de plástico y los eternos impermeables de las tardes bilbaínas en las que recorría la ciudad saltando de charco en charco.

Madrid, vencejo luminoso, está tomado por la lluvia. Desde la ventana se divisan nubes añil preñadas de lluvia. La melancolía la apresa. Ya no sabe si son las angustias, las incertidumbres, la larga espera o si quizás el gris cobalto del cielo y el resplandor azul marengo de la luna llena conjuran para rodearla de demonios. Gris cobalto también es el cielo que se refleja en el río. Piensa en la ría del Nalón y no en la otra ría, la mayúscula, la de su infancia.
En los días oscuros baja el Nalón desde los pozos de carbón como una inmensa lengua de plata que busca a la mar como el amante busca a la amada.

viernes, 18 de abril de 2008

El olor

Apenas ha cruzado el umbral de la sacristía, el mosén se percata de que algo muy extraño ha sucedido. Aparentemente, todo está en orden, los armarios cerrados, las casullas en orden, los registros parroquiales en sus estanterías. Pero en el ambiente se presiente algo inefable. Es el olor.

El cura ruega a Dios que la pesadilla no se repita. Pero la súplica se pierde en algún lugar entre la tierra y el cielo. Las manos comienzan a quemar, los ojos se hinchan dentro de las cuencas, la lengua se seca y el aire no llega a sus pulmones.

Cuando los hombres lo encuentran en el suelo con la cabeza hinchada y enrojecida, a duras penas resollando, todos tienen la misma certeza. El diablo ha regresado al pueblo. La sacristía huele a azufre

jueves, 17 de abril de 2008

Dímelo

Dímelo a mí.

Yo lo escucho, lo escondo en mi cabeza en el rincón de las cosas importantes, me lo repito mil veces para que ese pensamiento sea mío.

Dime que me quieres.

Dímelo sólo a mí.

miércoles, 16 de abril de 2008

De almizcle

Eres de almizcle, de canela. Me gusta el tacto de tu piel, contemplar la dulce curva de tu nuca cuando yacemos postrados después de habernos apareado como fieras. Inmóvil, me das la espalda y yo me acerco a esnifar el perfume que anida entre tu oreja y tu hombro. Al pegarme a ti siento tu cuerpo pringoso de sudor, de saliva y de esas mieles espesas que supuran nuestros sexos rebosantes.

Redención

Se abre mi sexo a ti como una orquídea blanca a la que el sol acaricia y es, en el deslizar de tu cuerpo dentro del mío, cuando me estalla la cabeza y siento mi ser con absoluta potencia. Me incendio, cual ave fénix, y salgo esplendorosa de las cenizas del pasado. La vida se renueva, el futuro es de sol naranja y mis ojos, fuegos negros, te imploran una nueva redención. Qué nunca cese la lluvia, quiero arder una y otra vez.

A solas

Se metió el dedo en la boca, lamiéndolo lentamente. Cuando ya estaba húmedo, lo introdujo en su sexo, esa cueva calida y rugosa. Primero se acarició con movimientos circulares, notando como toda ella se esponjaba. Cuando creyó que ya no podía soportar más esa angustia, anticipación del placer, varió el ritmo. De arriba a abajo, de abajo arriba, recorría su raja. Se notaba húmeda y sudorosa. Entonces sintió que ya no podía contener ese río que se abría paso entre sus piernas. Se corrió con un largo suspiro. Cuando su marido volvió a casa, Inés dormía, plácida y colmada.

domingo, 13 de abril de 2008

Made in China

Jing llevaba el pasaporte asido con tanta fuerza que su mano derecha sudaba copiosamente. Había cogido el vuelo que podría cambiar su vida en Hong Kong. No había sido fácil llegar hasta allí desde su pequeño pueblo cerca de Guangzhou. Pero ya casi lo había logrado. Doce horas de vuelo habían pasado y ahora se encontraba en Fráncfort, rodeada de turistas que volvían a casa después de unas vacaciones en la China más occidentalizada.
La cola avanzaba muy lentamente y Jing empezaba a impacientarse. Quería pasar el control de seguridad y acabar de una vez con su miedo. ¿Detectarían algo extraño en sus papeles? Jing había pagado mucho por su pasaporte y a sus ojos parecía perfecto, pero ¿lo era?
Entonces los vio. Dos policías vestidos de verde examinaban con un cuentahílos los pasaportes de todos los viajeros de origen chino. Los funcionarios eran minuciosos: se acercaban cada documento tanto a la cara que casi se diría que los olisqueaban, como si fueran perros entrenados para oler en ellos la mentira y el terror.
Por fin llegó el turno de Jing. Miró al policía con una sonrisa. No quería parecer asustada. El hombre no le devolvió el gesto; la miró sin verla. Una cara achinada más. Le devolvió el pasaporte y en un alemán seco dijo "Weiter". Jing respiró aliviada. Las copias hechas en China eran, en algunos casos, incluso mejores que el original.

Reflexión de una mujer madura

Ayer a las 23:45 horas descubrí que me he hecho vieja. Pillé a mi hija metiéndole mano a un chico en el portal. Tuve que tomarme dos Prozacs y un whisky para conseguir aceptar la idea de que probablemente tenga más vida sexual que su padre y yo, juntos y por separado.

martes, 8 de abril de 2008

La mirada de un muchacho

Eusebio se precipitó a la estantería donde se encontraba una reedición de ‘Joyas Literarias Juveniles’, su lectura favorita de la infancia. Sin mirar el precio, corrió con un ejemplar a la caja. Su mujer le dijo que no pensaría que ahora, al leerlo de nuevo, iba a sentir lo mismo que cuando era niño. Eusebio le respondió con una mirada, la mirada de un muchacho.

Un vaso de mentira

- ¿Qué es la mentira?

- ¿Sabes cuando un vaso se te cae de la mano y durante un instante lo ves entero y al siguiente está hecho añicos?

La niña mira a su padre, la duda se asoma en sus ojos siempre tristes.

- Sí, responde tímidamente

- Pues eso es la mentira, durante un tiempo puede ser creíble, puede parecer una verdad, está entera, no le falta ningún detalle pero en cuanto choca contra el suelo, en cuanto choca contra la verdad, se hace añicos.

viernes, 4 de abril de 2008

Cadena perpetua

Lleva años queriendo cerrar el círculo, completar el puzzle, acabar el rompecabezas. No es fácil, a veces está claro lo que falta, otras veces la visión se diluye como cuando una hoja cae en el agua y hace desaparecer su reflejo. Y aunque le han dicho que lo que busca no existe, se aferra a lo inalcanzable como la única esperanza que le queda para no sentir que su vida sólo es un cúmulo de fechas y vivencias sin trascendencia.

Ella no es la única que corre en esta carrera sin meta. Se rodea de constantes insatisfechos e insatisfechas, incapaces de sentirse llenos y llenas con nada, que se entregan en cuerpo y alma a esta eterna búsqueda. Vivir en la duda continua, en el desasosiego, en el dilema, encogerse de hombros por defecto y tener constantemente un no sé pegado en los labios son los peajes de este viaje hacia la perfección. Pero, ¿existe?

Cuando se ha perdido todo

"En ese estado de embriaguez nostálgica se cruzó por mi mente un pensamiento que me petrificó, pues por primera vez comprendí la sólida verdad dispersa en las canciones de tantos poetas o proclamada en la brillante sabiduría de los pensadores y de los filósofos: el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre. Entonces percibí en toda su hondura el significado del mayor secreto que la poesía, el pensamiento y las creencias humanas intentan comunicarnos: la salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor. Intuí cómo un hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad -aunque sólo sea un suspiro de felicidad- si contempla el rostro de su ser querido". - Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido.

Y despertó en calma beatífica de aquel sueño. Volvía a verle. Él estaba sentado en una silla y ella se dirigía a él y le abrazaba durante un tiempo infinito. Él no se levantó de la silla y, mientras le abrazaba, ella pudo contemplar en el reflejo de un espejo su rostro sereno y el rostro de él que se desfiguraba en una mueca de tristeza mientras grandes lágrimas brotaban de sus ojos de lobo azules. Entonces comprendío que la pena se había esfumado y sólo los buenos recuerdos y un amor profundo e indoloro permanecían.

jueves, 3 de abril de 2008

El trabajo

Hay ratones en casa. También hay cucarachas y moscas. Los ratones no me importan, y si no son muy grandes, me gustan. Los grandes no me gustan, ésos son ratas. Mato muchas cucarachas. Entran por una grieta que hay en la pared de mi habitación. Mi madre hizo cemento una vez y tapó la grieta. Pero volvió a abrirse y dice que ya no quiere hacer más cemento. Las moscas son muy pesadas, sobre todo en verano. Un día se me ocurrió poner tripas de pollo en el suelo para que todas fueran allí a posarse, pero lo único que conseguí es que el cuarto se llenara todo de moscas y que no me dejasen en paz.

Por las mañanas, cuando me levanto, estoy solo en casa. Mi madre trabaja por la noche y no llega hasta más tarde. Voy a la escuela. Me gusta. Pero no me gusta que mi casa tenga cucarachas y moscas. Hay unos hombres en el barrio que están buscando muchachos para hacer un trabajo. Otros chicos han hecho trabajos antes. Mi madre no quiere que hable con esos hombres. Pero yo no quiero que ella trabaje por la noche.

Por la tarde, en lugar de ir a la escuela, he ido a hablar con los hombres. El trabajo es sencillo y pagan bien. Hoy empiezo.

miércoles, 2 de abril de 2008

Más madera, necesito arder

Lleva dos días ocupado con el tema. Revisa el motor, limpia la carrocería, le da, a ese coche adquirido para volar, todo el cuidado del que es capaz, él que ha perdido la pasión por la mecánica. Ayer quiso salir a hacerlo estallar por la carretera y no hubo manera. El motor se paró y estuvo emitiendo extraños silbidos toda la noche. Esta mañana tampoco ha habido manera. Ha arrancado pero le ha dejado atrás. Roberto mira el asfalto y piensa como sería volver a conducir un coche de verdad. El último modelo que tuvo le convirtió en el rey de la pista y ahora, a pesar de la inversión realizada para adquirir su actual vehículo, sueña como sería ponerse al volante de ese utilitario que es dorado como la arena, como el sol, como el fuego. "Más madera, necesito arder", aúlla.

martes, 1 de abril de 2008

La nieve cae, los lobos aúllan

Existe un paisaje blanco que parece sacado de un cuadro de Badri en donde dos lobos negros la persiguen saltando sobre la nieve. KD Lang lo invade todo con sus himnos del paralelo 49 y ella desearía estar allí para dejarse ir mecida por las varillas de la batería.