viernes, 18 de enero de 2008

En el fondo del mar

Horrorizado se dejaba las uñas en intentar desatar el nudo de la cuerda que le acercaba sin remedio al fondo. Sabía que no tenía que ponerse nervioso, porque consumía más rápidamente el poco oxigeno que aún almacenaban sus pulmones. Agua, agua y más agua alrededor. Intentó asir la piedra que llevaba atada al pie izquierdo e impulsarse hacía arriba para coger un poco de aire. No había avanzado ni medio metro en dirección a la superficie cuando el peso de la piedra volvía a hundirle sin remedio. Ya no le quedaba aire. Se ahogaba. Soltó la piedra y descendió al abismo.
La mañana siguiente, Aurelia -la asistenta dominicana- se sorprendió al darse cuenta de que Matías no se había levantado pese a lo tarde que era. Cuando entró en su habitación para despertarle, enseguida notó algo raro. Matías estaba muerto, sus manos asidas al pie izquierdo, lleno de arañazos. El médico certificó que la muerte se había producido entre las tres y las cinco de la mañana. La autopsia no desveló nada extraño. Parecía como si Matías hubiera dejado simplemente de respirar.

2 comentarios:

Anita Baker dijo...

Qué horror morir ahogado. Curioso caso el de Matías

Mari Pickford dijo...

Una noche, hace mucho tiempo, soñé que me ahogaba en el mar. Me desperté sobresaltada y con la respiración entrecortada, como si realmente no hubiese estado respirando mientras soñaba. Desde entonces, soy insomne ;-)Lo de que soy insomne no es cierto, el resto sí. La vida es sueño :-)