Todas las mañanas lo primero que hace cuando se levanta es mirarse en el espejo.
Ningún atisbo de coquetería.
Su ojo está entrenado para buscarse defectos.
Siempre los encuentra.
Dibuja mentalmente las marcas por donde realizaría la incisión que haría desaparecer toda esa carne inútil, toda esa carne que ella siente muerta.
Su único objetivo, la perfección.
Gira la cabeza, la ve de repente, su presencia le sobresalta.
Es un objeto inerte, mudo, pero a sus oídos llegan los cantos de sirena que le obligan a acercarse, a subirse a la báscula, a mirar el resultado.
39 kilos.
Una sonrisa se dibuja en su cara mientras se toca suavemente la clavícula para reconocer la dureza del hueso.
- 10 gramos menos, piensa, mañana tienen que ser 30
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3 comentarios:
¡Qué bien lo has descrito-escrito!
Qué duro y qué bien escribes, Men...
Muchas gracias chicas, sois más buenas, y más majas, y más guapas...
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