sábado, 14 de junio de 2008

La tarde se echaba sobre el barrio y todo era tan hermoso… Caía el sol y en lugar de bajar como siempre por Corredera me decidí a girar a la derecha y tomar Escorial para bajar por Molino de Viento. Al llegar a la plaza del Palentino (no sé cómo se llama la maldita plaza y eso que llevo viviendo en frente más de dos años ya) me di cuenta de que estaba allí, con una camisa verde, seguro que tú la recuerdas y seguro que tú has querido que, justo hoy, cambiara la ruta para cruzarme con ellos. Mayo, llena de color, como siempre. A su lado estaba Carlos, con un polo rosa, y Estrella. Allí estaban, aposentados en la terraza de un bar-restaurante nuevo que han abierto. Me he sentado a tomar una caña y a disfrutar de su calor entrañable y cercano y es que en cada uno de ellos veo un trocito de ti y abrazarles a ellos es como seguir disfrutando de tu presencia, esa que me arrebató el maldito mes de abril. Puto mes de abril. Las desgracias me llegan siempre en ese mes gris y el año pasado quiso el cáncer que tú murieras, tú, soldado feroz, tú que tanta vida exhalabas incluso cuando la enfermedad te iba comiendo por dentro. Charo, te echo de menos. Echo de menos las charlas, las risas, tu personalidad arrolladora y tirana y la fuente de tu amor y apoyo incondicional. Nosotros seguimos disfrutando y padeciendo el barrio de las maravillas y, aunque tu ausencia nos pesa, te seguimos viendo en todos los rincones y tengo la sensación de que tú no te pierdes ninguna de nuestras pequeñas reuniones. La próxima vez te voy a pedir un Bitter Kas o mejor aún, un vermut con soda.

2 comentarios:

Mari Pickford dijo...

Un beso fuerte, Sullivan!

Men dijo...

Que sean dos Sulli, y un abrazo gigante!!