martes, 2 de septiembre de 2008
El dedo acusador
Casi todas las mujeres de mi familia han tenido un dedo meñique particular, con un hueso deformado que, al apoyar la mano sobre una superficie plana, hace que se curve para formar una pequeña protuberancia. Parece una colina al final de un paisaje lleno de finos y largos dedos. Ahora que ya no soy parte de la familia, he decidido deshacerme de ese apéndice acusador que me recuerda unos origenes que aborrezco. La única duda que me asalta es si desprenderse del dedo tullido dolerá tanto como sentirse rechazada por los que uno consideraba los suyos.
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4 comentarios:
Qué bueno, mari
Me encanta, buenísimo
Mon dieu, no pongas tan alto el listón que hace falta ser Fossburi para saltarlo
Brilliant!
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