Su pie pisó el freno con fuerza y un
chirrido sobresaltó a los pocos transeúntes que se habían aventurado a salir a
la calle pese a lo inclemente tiempo. Lentamente, como en un sueño o en una
película, el coche se empotró contra la parte trasera del vehículo parado ante
el semáforo en rojo. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si todo
estuviese pasando muy deprisa o infinitamente despacio. Mierda -pensó- ahora sí
que he suspendido el examen de conducir.
jueves, 23 de agosto de 2012
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1 comentario:
bueno, ya habra otra vez, seguro que te saldra genial!
bsos
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