jueves, 23 de agosto de 2007

Rincón en el paraíso

Era la primera vez que veía el faro bajo el sol radiante. Siempre que volvía le gustaba visitar aquel lugar tan único, tan cargado de fuerza. Sopla el viento. Eso no cambia. Sopla tanto que parece que ella también puede desplegar las alas para dejar el acantilado y planear sobre el mar. Hoy las gaviotas no gritan furiosas. Respira hondo y se concentra en la vista. Quiere que la retina lo capte todo. Rodea el faro y contempla las playas que recortan el Cantábrico y admira los montes morados y rosas de brezo. Nada es tan hermoso como lo que captan sus ojos. Tierra mágica que la inunda según llega y en la que cae rendida; atrapada por la niebla que desciende a buscarla desde las cumbres.

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