lunes, 13 de agosto de 2007

Superstición

El día en que Aurelio rompió sin querer el espejo del cuarto de baño, perdió a su mujer, su trabajo y el primer pelo de su larga melena, inaugurando así un período de mala suerte que pasaría a los anales de Tarapoto. Afortunadamente, cuatro años después, un trebol de cuatro hojas le obsequió una mujer que le quiso con locura, un próspero negocio que heredarían sus hijos y la certeza de que una calva monda y lironda podía ser toda una bendición.

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