lunes, 10 de diciembre de 2007

Brindis

Ahí va una mezcla entre mis experiencias personales, las de otras personas que me rodean y otras que, directamente, me invento porque me da la gana.


- El amor es una mierda repetitiva.
- Sí, es verdad. Cuando crees que has encontrado a un tío que es distinto te viene con las mismas historias de siempre.
- Son un bucle aburrido, sin emoción, con sus frases manidas “nena, si ya sabes que te quiero mucho”, dijo Marta impostando la voz. Y si me quieres mucho, ¿por qué coño me tratas como a una mierda?
- Porque saben que les queremos.
- Sí, está claro. Expresar claramente tus sentimientos sólo te trae problemas. Si al tío no le interesas y sólo quiere divertirse contigo, en cuanto le dices que te gusta de verdad sale corriendo como si hubiera visto a su peor enemigo. Y si le gustas como para una relación más en serio, es la excusa perfecta para relajarse, para dejar de esforzarse por gustarte. En fin, que se convierte en el mismo tío plano, aburrido e insoportable en el que se había convertido tu último novio. Pero como ya estás enamorada, lo aguantas hasta que acabas hasta las narices o hasta que el señor te pone los cuernos.
- Eso sí que es fuerte. Encima de que les aguantamos todas sus movidas luego nos ponen los cuernos.
- Aunque te digo una cosa, con la pereza que me da romper las relaciones casi me hacen un favor. Así no tengo que inventarme una razón lo suficientemente sólida como para que la ruptura no tenga marcha atrás. He comprobado que un “cariño, no es que no te quiera es que me aburres hasta la saciedad” no les hace darse cuenta de que nuestra relación ha pasado al purgatorio de las parejas.
- El tema es, ¿por qué nos gustan tanto?
- La culpa es de Walt Disney. Sus películas nos han hecho creer que es real que existe un príncipe azul para cada una de nosotras y, ¡míranos!, todavía compramos tinte Iberia para, aunque sea, dar un toque azulado a los que nos vamos topando por el camino.
- ¡Por el amor verdadero!, gritó Laura mientras levantaba su copa.
- ¡Salud!, le secundaron Marta y Ana con sus copas de plástico.
- Odio estos vasos del geriátrico el champán no sabe igual.

1 comentario:

Lady Sullivan dijo...

Jajajajaj el final es genial. Vivan las princesas! Abajo los sapos!