lunes, 10 de diciembre de 2007

Miedo

Las polillas aleteaban incesantes y rebotaban una y otra vez sobre la malla fina de plástico verde que protegía las ventanas del caserío contra los ataques de los mosquitos y demás insectos que intentaban colarse en la casa atraídos por las luces de la cocina.

La abuela le había preparado su cena predilecta: huevos fritos con guisantes de la huerta. Aún así, María no estaba disfrutando en absoluto del ágape. Los sonidos de las mariposas al golpearse resonaban magnificados en sus oídos y continuos escalofríos le recorrían la columna vertebral. Todos en la mesa parecían encantados pero ella no podía dejar de mirar a aquellas criaturas revoloteadotas que tanto pavor le infundían.

María se despierta sudorosa. Ya no recuerda en que momento de su vida empezó a sentir aquel miedo incomprensible y primitivo por los seres alados. No le gustaban las polillas, y tampoco las mariposas que a todos resultan fascinantes. Piensa en nubes de alas naranja fuego que se desplazan entre Méjico y Estados Unidos y en aquella caja que Keith preparó a su novia. Ella la abrió y decenas de mariposas escaparon acariciándole el rostro. María hubiera muerto de un ataque cardiaco. Es ridículo, lo sabe, pero así son las fobias: irracionales.

Irracional es también el miedo que se apodera de ella cuando piensa en su cercanía aparente. ¿Existes? ¿Has venido a quedarte? ¿Cuánto me va a costar esta vez? ¿Quiero realmente? No lo sabe y duda. La duda se transforma en incertidumbre, ésta en desasosiego y el desasosiego en miedo. Le da miedo querer demasiado pero más miedo le da aún no querer suficiente. ¿Se puede querer demasiado? Ella sabe que sí. ¿Dónde está la justa medida? ¿Volverá la inocencia, la fe ciega?

También sabe que el cambio de año trae, anticipa un cambio de vida. Quiere el cambio. A veces lo siente certero y otras veces… ¿Y si no lo consigo? ¿Y si no encuentro mi destino y sigo perdida por el laberinto de la vida? Ve la luz del faro. Lleva tiempo viéndola y sin embargo, al girar, la pierde por breves instantes y eso le provoca un vacío. Es curioso, ella que nunca antes se preparó, ella, experta en lanzarse a lo desconocido, ella, que lleva tiempo preparándose… Ella, ahora, por primera vez, tiene miedo.

Sigue pensando en todo aquello que le da miedo y sonríe. Sabe que no es ella, es la loca de la casa, la que mora arriba. Sale de ella y deja a su voz interior que parlotea incesantemente perdiéndose más y más en profundas pajas mentales.

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