jueves, 14 de febrero de 2008

La última guardia

Hoy de nuevo le ha tocado pasar la noche en vela, de guardia. El miedo atroz a dormise y no despertar jamás le mantiene en vela sin problemas, y aun así odia hacer guardia tanto como odia estar en este país en guerra. ¡Dios mío lo que he tenido que ver! De repente, escucha unos ruidos al otro lado de la improvisada barrera. Pasos, respiraciones agitadas y risas. No pueden ser enemigos. Coge los prismáticos de visión nocturna e identifica sin problema a dos soldados de su bando. No quiere ni pensar de dónde vienen. Mañana tendrá que reir y aullar el relato de cómo cortaron las orejas a uno de esos 'osamas' o cómo violaron a una niña de la edad de su María... Una vez más, la guerra le asquea y odia tanto a sus soldados y a sí mismo como al enemigo sin cara. Apoya con cuidado el fusil en su hombro, para no errar los tiros. Dirá que nadie se identificó. Se mostrará apesumbrado. Llorará si hace falta. Si todo sale bien, le mandarán a casa.

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