lunes, 4 de febrero de 2008

Soledad

Tengo los pies fríos.

Nunca había imaginado cómo sería cruzar descalza un lago helado llevando a mi espalda un peso inabarcable que me impidiera alzar los talones y correr de puntillas.

La ansiedad me golpea el pecho.

Nunca había notado el miedo rebotando entre mis costillas. Todo el mundo dice que mi mayor virtud es tenerlo todo bajo control. Pero, de repente, veo como mi piel transpira pánico.

El vacío me invade.

Las habitaciones de mi casa se hacen inmensas. Es irónico, siempre dije que eran cuchitriles.

Tú no estás.

Yo estoy aquí.

No hay comentarios: