martes, 12 de febrero de 2008

Un hombre de palabra

Vladimir, borracho como siempre, propuso a su amigo Fiódor jugar a la ruleta rusa. Qué fácil era para él proponer semejante juego, él que estaba en la vida más solo que un mojón de carretera. Pero la paciencia de Fiódor tenía un límite y ya estaba harto de las mamarrachadas de su amigo. Cogió el revólver, lo sopesó, y dijo que hoy el juego sería diferente. Abrió el tambor y extrajo una sola bala. Vladimir lo miró asombrado y con gesto babeante asintió. Fiódor hizo girar el tambor con fuerza. Se llevó el revolver a la sien, respiró profundamente y apretó el gatillo. Click. Ofreció el arma a Vladimir, que la tomó con delicadeza, como un reo condenado a muerte coge una Biblia. Era un borracho, un necio, pero un hombre de palabra.

1 comentario:

Anita Baker dijo...

Qué tío, este ruso!
Tomaaaaaaaaaaaaaaaaaa