jueves, 17 de enero de 2008

Responsabilidad

Cuatro metros cuadrados. Ése es el espacio que le corresponde en la empresa, una prestigiosa firma internacional que acumula certificados de calidad y se distingue por su responsabilidad social corporativa. Como habitualmente, llama a su mujer para decirle que llegará un poquito más tarde. El jefe le ha pedido un esfuerzo adicional, pero que fiche a las seis para no contabilizar horas extras. Hay que implicarse, Emilio, ya me entiendes. Recibe un correo electrónico en el que un amigo le alerta de un peligroso virus informático que borra todo el disco duro. Sobre todo, no abras el mensaje, tíralo sin abrir, le advierte. Llega el mensaje cargado con el virus. Lo elimina. Se acerca al despacho del jefe. Ya se ha ido. Gusta de marcharse diez minutos más tarde de la hora para que los empleados le vean en su puesto mientras abandonan la oficina. Mira el correo electrónico. También aquí ha llegado el mensaje envenenado. Lo abre.

1 comentario:

Anita Baker dijo...

Qué cabrón de jefe. Merecido lo tiene