jueves, 27 de septiembre de 2007

El alcalde

El alcalde delegaba todos sus discursos en su jefe de gabinete. Muy pocas veces improvisaba, pues su hombre de confianza siempre le prevenía de todo cuanto pudieran preguntar los concejales en los plenos o los periodistas en las ruedas de prensa. Todo estaba atado y bien atado
Entró el acalde en su casa, cansado de atender compromisos sociales que ya le hastiaban. Su mujer le saludó con una sarta de quejas y reproches por llegar siempre tan tarde y no atender los asuntos del hogar. Sin tiempo ni para quitarse la chaqueta dijo que tenía urgencia por ir al baño. En la soledad del retrete marcó el número de teléfono de su jefe de gabinete.

2 comentarios:

pablini dijo...

Este cuentín se me ha ocurrido mientras escribía un 'saluda' para el alcalde de Bilbao y no tiene nada de autobiográfico. Que conste.

Lady Sullivan dijo...

Jajajajajaj. Yo he pensado que tu jefe te llamaba desde el wáter de su casa.