lunes, 9 de julio de 2007

Vacaciones Santillana

Disminuía la velocidad el tren y empezó a sentir como se le contraía el estómago. Todos los días hacían el largo trayecto de ida a vuelta a Somorrostro ya que su pueblo sólo contaba con una minúscula escuela y los pocos que podían permitirse seguir con los estudios tenían que desplazarse hasta allí. Sabía que sus padres estaban realizando un esfuerzo enorme para que él hiciera la maestría pero a él no le interesaban los estudios. A él nunca le salía encerrarse a estudiar. Prefería jugar a tres navíos en el mar o ir a pescar truchas al río con los amigos. Ahora tenía que entregar las notas y claro, con dos suspensos, su madre no iba a ponerse muy contenta que digamos. Es verano y él no puede salir, le han castigado en casa, le han encerrado en su cuarto con todos los libros de texto. Se tumba en la cama y cierra los ojos. Sueña con correrías de estío. De pronto, escucha la voz de su madre: Amadorín, hijo, estudia. Calla mamá, que estoy repasando de memoria.

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