lunes, 2 de julio de 2007

A los niños los trae la cigüeña


¡Mamá, mira, una cigüeña! ¡Mira cómo vuela, tan elegante! ¿No es preciosa? No, contesta desabrida la madre. Clara, inocente, pregunta de nuevo: ¿por qué no te gusta la pobre cigüeña? Porque las cigüeñas son las que traen a los niños al mundo, ¿no lo sabías?, espeta la madre con la voz cargada de rencor y amargura. La sonrisa de Clara muere en sus labios. Aprieta los puños y sigue caminado detrás de una madre que no la quiere; una madre que en el fondo es una extraña. Veinte años después, sentada frente a la jaula de los monos, Clara recuerda aquel episodio que ya ni le duele. Javier y la pequeña Laura se acercan al banco donde ella descansa. Clara se levanta y propone: ¿vamos a ver los pájaros? ¡A lo mejor tienen hasta cigüeñas! Camina entre su marido y su hija, asida a ambos de la mano.

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