miércoles, 4 de julio de 2007

El jefe

Odiaba a su jefe. No podía evitarlo. No sólo no soportaba su forma rastrera de hacer negocios, sino que su físico le repelía. Había acabado por odiar a los calvos, sólo por que su jefe lo era. Y esa arruga que le salía en la frente cuando pedía algún cometido a sus empleados, a sabiendas de que era imposible cumplirlo... Agh, sólo de pensarlo se estremecía. Mientras estaba sumida en sus pensamientos, sintió un aliento en su nuca. Sólo podía ser él. ¿Qué tal el día, jefe? Lleva una preciosa corbata.

1 comentario:

Lady Sullivan dijo...

Veo que lo de tener que ir a la ofi esta tarde te tiene más cabreada de lo previsto... :-)