miércoles, 25 de julio de 2007

Swimming pool

En sus días libres le gustaba salir a la terraza y contemplar el transcurrir de la vida por la plaza. Hacía apenas una hora que los del camión del pescado habían llevado el género a la pescadería de abajo y uno de los transportistas había echado hielo al pie de uno de los arbolillos. Al derretirse, se había conformado una improvisada piscina en la que ahora se bañaban decenas de palomas. Se agolpaban furiosas para disfrutar del frescor insólito en aquel ardiente día de agosto. La escena le resultó asquerosa. Se zambullían felices de librarse de las pulgas y salían arrastrando las alas que ahora pesaban demasiado para volar. Le dio asco contemplar el agua teñida de tierra que se transformaba en lodo y le dio asco pensar en el olor de pescado que de allí debía emanar. Una arcada sacudió su cuerpo. Y luego pensó en las piscinas, en los mares contaminados y en los gritos de felicidad de los bañistas.

2 comentarios:

Anita Baker dijo...

yo también he sentido un poco de asco, mira tú

pablini dijo...

A veces somos palomas por querer ser gavilanes, ya lo dijo Pablo Abraira.