viernes, 13 de julio de 2007

Doce

Qué secreto guarda el viejo Isaac, que ahora yace en la camilla del forense. Qué puede esperarse de una autopsia a un hombre que ha llegado casi a los cien años. El funcionario desviste el cuerpo con pudorosa rutina. Las ropas son dignas pero muy gastadas. Los zapatos, apenas sin suelas. Una larga vida marcada por la austeridad y muchas privaciones, dijo un familiar. Otro recordaba su vieja historia de que un amigo le operó de apendicitis en Auschwitz y cómo aquella operación le libró de una muerte segura. Estos comentarios han llegado a oídos del forense, que observa la irregular cicatriz en el cuerpo macilento. No parece la obra de un cirujano. Los dedos recorren la vieja herida apenas cubierta de vello blanco. Coge el bisturí, ni estos profesionales se escapan a la pandemia de la curiosidad. Saja. Ahí están. Bajo la piel cuyos poros se han cerrado para siempre, aparecen doce diamantes.

No hay comentarios: