lunes, 2 de julio de 2007

Señales divinas

Cae la tarde y Lucía decide emular al sol y se zambulle en El Caribe. Hace calor, mucho calor y ella está medio ebria de tanta cerveza helada. Lleva dos meses en Playa del Carmen. Se había enamorado de aquel lugar hace ya muchos años, cuando viajó por vez primera a Méjico. Entonces se dijo que si alguna vez necesitaba pararse a reflexionar sobre el curso de su vida se iría allí ya que el pueblo, aunque lleno de chiringuitos y boutiques de souvenirs, conservaba un aire distendido y hippy. Era un paraíso en el que te adornaban los males con una sombrillita de colores que clavaban en el hielo de los margaritas, servidos en aquellas copas de hermosísimo cristal mejicano. Lucía flota y se deja mecer por el suave vaivén de las olas mientras piensa en la vida que ha dejado atrás, esa vida que queda ya tan lejos. Lleva dos meses charlando con gente que está de paso, con lugareños simpáticos que la han acogido en sus vidas y con otros viajeros que han llegado y que como ella, no saben cuando van a irse. El tiempo se ha detenido y de repente, en la quietud de la tarde, Lucía percibe que algo se aproxima y oye un ruido sordo a su lado. Casi le da un infarto. Algo se ha precipitado a gran velocidad desde el cielo. Se incorpora nerviosa y tose el agua que ha tragado. A un metro escaso de donde ella está, surge de las aguas un enorme pelícano que levanta el vuelo ufano. Lleva en el pico a su presa, que coletea desesperada luchando por conservar el aliento. Lucía piensa que no quiere coletear. Tampoco quiere permanecer impasible mientras el tiempo se escapa. Lucía sale del agua y camina al chiringuito de Manuel. Llámale a la Lupe y dile que me reserve el primer vuelo con destino a Madrid. Mañana levanto el vuelo Manuel, mañana regreso a casa.

3 comentarios:

Anita Baker dijo...

fíjate que yo veía a sandra en esa playa y en ese chiringuito...

Lady Sullivan dijo...

jajajajaja alho si he tomado de mis vivencias! Me pasó lo del pelícano. Por poco la palmo! Y sí, el otro día me entró morriña de Playa del Carmen y pensé en lo bien que estaríamos todos perreando allí. Qué poco cuesta soñar...

Mari Pickford dijo...

Ay, no menciones Playa del Carmen, que me entra morriña a mí también. A mí no me pasó lo del pelicano, pero chica, que no daba yo ahora en este día gris y de trabajo por estar en la Riviera Maya con vosotros :-)