miércoles, 23 de abril de 2008

Augurios

Se acerca al balcón y otea el horizonte. Ya no están y eso lo hace todo más inquietante. Esta mañana se ha levantado tarde y cansada y, después de la ducha y el ritual de las cremas, se ha desplomado en la cama para ponerse las medias. Entonces ha oído el chillido, el alarido feliz y lleno de fuerza y vitalidad. Lleva días esperando su regreso y hoy, por fin, ha levantado la vista y lejos, sobre el cielo nublado, recortaban las nubes con su vuelo frenético los vencejos, aves de buen agüero. Si estuviera en la Grecia Antigua iría a ver al oráculo. ¿Qué anunciáis benditas criaturas? Los vencejos, uno de sus animales tótem, la han sacado de la astenia. Ha apretado el puño y se ha concentrado en su anclaje, un anclaje en el que el centro de su cuerpo expulsa millones de flechas aladas negras de sonido agudo y triunfal. Todavía no revolotean incensantes sobre los tejados del convento, no se acercan aún a su balcón mientras habla por teléfono. Muchas veces se dirijen como un kamikaze en picado de vértigo y justo, cuando parece que van a estallarle en la frente, levantan el vuelo y la acarician con el aire de sus alas. Los múrciélagos ya llevan varias noche de caza. Ahora los vencejos han vuelto al centro de Madrid y sólo es cuestión de días antes de que lo inunden todo de primavera.

1 comentario:

Men dijo...

Simplemente espectacular, me he quedado sin palabras y con la boca abierta.