domingo, 13 de abril de 2008

Made in China

Jing llevaba el pasaporte asido con tanta fuerza que su mano derecha sudaba copiosamente. Había cogido el vuelo que podría cambiar su vida en Hong Kong. No había sido fácil llegar hasta allí desde su pequeño pueblo cerca de Guangzhou. Pero ya casi lo había logrado. Doce horas de vuelo habían pasado y ahora se encontraba en Fráncfort, rodeada de turistas que volvían a casa después de unas vacaciones en la China más occidentalizada.
La cola avanzaba muy lentamente y Jing empezaba a impacientarse. Quería pasar el control de seguridad y acabar de una vez con su miedo. ¿Detectarían algo extraño en sus papeles? Jing había pagado mucho por su pasaporte y a sus ojos parecía perfecto, pero ¿lo era?
Entonces los vio. Dos policías vestidos de verde examinaban con un cuentahílos los pasaportes de todos los viajeros de origen chino. Los funcionarios eran minuciosos: se acercaban cada documento tanto a la cara que casi se diría que los olisqueaban, como si fueran perros entrenados para oler en ellos la mentira y el terror.
Por fin llegó el turno de Jing. Miró al policía con una sonrisa. No quería parecer asustada. El hombre no le devolvió el gesto; la miró sin verla. Una cara achinada más. Le devolvió el pasaporte y en un alemán seco dijo "Weiter". Jing respiró aliviada. Las copias hechas en China eran, en algunos casos, incluso mejores que el original.

3 comentarios:

Anita Baker dijo...

Qué lección de piratería!!!
Por un momento creí que no lo lograría

Lady Sullivan dijo...

Ya veo que el viaje te ha traído inspiración. :o)
Te has comprado mucho fake?

Mari Pickford dijo...

Bolsos y más bolsos... Pero había de todo, desde iPods hasta Hello Kittys, pasando por camisetas, videojuegos, cámaras de fotos... El paraíso de los compradores compulsivos :-)Veo que te has atrevido a colgar los cuentos eróticos que has escrito para el concurso. Me pensaré lo de publicar el mío.