miércoles, 27 de junio de 2007

La consulta

La sala de espera era fría. María aguardaba su turno con las manos en el regazo y arrebujada en su abrigo pasado de moda. Cuando la enfermera anunció su nombre, sintió que el fatídico momento había llegado. Al levantarse, unas viejas cuchichearon y le lanzaron miradas desaprobatorias. Al fondo del pasillo se veía la luz de la consulta, y María sintió que no quería llegar al final de aquel túnel.

El médico le pidió rutinariamente que se desnudase de cintura para abajo. Ella obedeció pero no se atrevió a quitarse las bragas. Precisamente son las bragas lo que más necesito que te quites, dijo el médico mientras bostezaba. La enfermera le indicó dónde debía tumbarse y cómo colocar las piernas para que el doctor pudiera trabajar. La vergüenza le enrojeció el rostro y hubiera llorado de buena gana. Pero en la consulta del médico no se llora.

Niña, ¿tienes novio? La voz del hombre dejó un eco de olor a tabaco. Pues si lo tienes, ya le puedes decir que se compre un traje para la boda. La enfermera le ordenó que se vistiera y que se cuidara para que el niño naciera con bien.

La pregunta del médico campaneó en su cabeza. ¿Tienes novio? No estaba segura.

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