jueves, 28 de junio de 2007

Un aire

Hacía años que Maribel no salía de fiesta. Ya se había olvidado de lo que era una borrachera, con su impepinable resaca. Y no es que no quisiera, pero un cúmulo de circunstancias –sus amigas se habían casado, ella se había ido a vivir a otra ciudad, quizás se estaba haciendo mayor...– la lanzaron al abismo de internet. O eso era lo que le decían. Maribel, que estos sitios para conocer gente en la red no esconden más que a raritos y gentes de mal vivir. Quizás tenían razón, pero éste era el único vínculo que tenía con el resto de los seres humanos del planeta (los compañeros del trabajo no contaban, porque apenas les veía, retirada, como estaba, en el último despacho del fondo de la planta séptima de una multinacional). Sabía que muchas de las cosas que le decían esos desconocidos en los foros ‘encuentra-pareja’ no eran verdad. Pero, qué más daba. A ella le hacían sentir bien. El pitido del ordenador, anunciándole una nueva entrada en la ventana del ordenador que siempre tenía abierto, y una ráfaga de aire de la ventana de su despacho, la sacó de su ensimismamiento.

1 comentario:

Mari Pickford dijo...

Éste no es autobiográfico, ¿verdad? ;-)