jueves, 21 de junio de 2007

Llave inglesa

No sabía nada al respecto y ya estaban dándole la chapa. ¡Qué desgracia de trabajo! ¿Tendré que hacerlo yo todo? Habían pasado siete años y él seguía trabajando en la misma empresa, cada vez más, cada vez con más responsabilidades pero cobrando casi lo mismo que cuando entró. Luis era biólogo de formación y, por alguna misteriosa razón, una gran empresa nacional le había fichado para ser miembro de su equipo de logística. No sabía cómo, pero en algún momento, fueron decapitando a los responsables del departamento y él se quedó de jefe pero sin el título y sin el sueldo. “Luuuuuuuuuuuuuuuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiissssssssssssssssss”, bramó Patricia histérica, “me dicen de almacén que no les ha llegado la mercancía y que no pueden salir los envíos ¿Y ahora qué coño les digo yo a los clientes? Sepúlveda ya me ha llamado veinte veces”. ¿Qué no ha llegado el pedido? ¡Pero si lo encargué hace mes y medio! Joder, a ver cuando me pongo las pilas, hago ese curso de FP y me voy con el Nacho a arreglar tuberías y desagües.

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