jueves, 28 de junio de 2007

Otra vida

¡Ándele, pendejos, disparen ya! Ni para eso sirven. ¡Órale pinches, delen no más al gatillo y acaben con esta tarea! ¡Cabrones!¡Hijos de la gran chingada! ¡Malnacidos! ¡Qué viva la Revolución! ¡Qué viva el Ejercito Libertador del Sur! Una ráfaga de metralla acabó con los improperios de Cirilo Serna para siempre. Su cuerpo se desplomó. Silvia se despertó bañada en sudor y asustada en su gran casa de la Gran Vía madrileña. La cena que había degustado en El Charro Mexicano la había puesto en contacto con su vida anterior.