miércoles, 24 de octubre de 2007

Camaradas

Hasta siempre, Vladimir. Al despedirse de su camarada, el antiguo policía soviético tuvo la sensación de que jamás volvería a verle. Habían trasegado litros de vodka barato y despotricado contra los nuevos tiempos. Ahora la inseguridad lo dominaba todo, ni siquiera se podía beber con tranquilidad. El vodka adulterado había intoxicado gravemente a miles de personas. La nueva Rusia era un asco, no quería verla.
Se metió en la cama. La calefacción no funcionaba. Sentía mucho frío y el alcohol sumergía su mente en una confusa espiral de imágenes delirantes. Al despertarse, abrió los ojos. Se había quedado ciego.

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