martes, 16 de octubre de 2007

Ése viene a por ti

“Ése viene a por ti. Corre Ankuwillka, ¡corre!” - aulló Kurumi. El niño se lanzó monte abajo mientras el cóndor descendía en un vertiginoso picado. La noche anterior Ankuwillka se había quejado de la extorsión a la que los cóndores tenían sometidos a los habitantes del valle.

Hace muchos años, cuando todavía vivían los ancestros, los pobladores de los Andes vivían en paz y armonía. La tierra era de todos y no había límites fijos. Las cosas cambiaron cuando Lawrawa, dios alado, padre de los señores de las cumbres, decidió que los moradores del valle sagrado no podrían salir de allí. Vivirían separados de otros asentamientos y se dedicarían a criar ovejas para alimentar a los temibles alados.

El indomable ya casi ha llegado al bosque, allí encontrará resguardo momentáneo. Kurumi dispara una flecha arco iris al pájaro en un intento desesperado por salvar a su amigo pero el plumaje negro absorbe los colores sin dejar herida. El cóndor hace una cabriola y taladra a Ankuwillka con sus garras. El niño siente la bala y cae desplomado al suelo. Kurumi sale disparada monte arriba. Tiene que huir. El próximo vendrá a por ella.

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