miércoles, 3 de octubre de 2007

Tiempo de mandarinas

La lluvia se apodera de todo y limpia con su llorar manso las calles de la ciudad. El cielo ha perdido su color azul y la bruma lo invade todo. Llega el otoño. Todo se prepara para morir pero un pequeño destello dorado la saca de su tristeza. Allí, en el estante más bajo de la frutería, descubre una caja colmada de esferas naranjas. Mandarinas, pequeños soles radiantes que la acompañaran en el tránsito por la senda del sueño y la llevaran indemne hasta el amanecer de una nueva primavera.

3 comentarios:

Anita Baker dijo...

Yo espero a que estén bien maduritas. Cuando llega ese momento, me las como a pares (o triples...). Me encantan

Lady Sullivan dijo...

A mí me chiflan las primeras, cuando están bien ácidas! Es uno de los grandes momentos del otoño, un hito en mi vida: la llegada de las mandarinas.

Mari Pickford dijo...

Qué gracia Sullivan. El martes cuando fui al super aquí en Darmstadt, también vi mandarinas en las estanterías, y no pude resistirme. En la red que las contiene pone que vienen de España. Sniff, sniff, os echo de menos :-)