miércoles, 24 de octubre de 2007

El hijo

Hasta siempre, Vladimir, dijo Natasha mientras se acariciaba con pesar la tripa. La noche en que llegaron a España, llenos de ilusión y esperanza, se habían amado con urgencia. Dos meses después las consecuencias se habían revelado en forma de tubito color rosa. Un hijo lo echaba todo a perder. El plan estaba claro: trabajar duro durante unos años, hacer dinero y volver a su país. Entonces vendrían los niños. Natasha volvió a tocarse la tripa. Cogió la maleta y se dirigió a la estación de tren. Sabía que Vladimir no se lo perdonaría nunca. Su hijo nacería en casa.

1 comentario:

Anita Baker dijo...

Veo este susceptible de ser elegido. Suerte