miércoles, 10 de octubre de 2007

Historias

El tío Celerino está realmente enfermo. Entonces, ¿quién nos va a contar las historias? Que esté enfermo no significa que se vaya a morir. Ya, pero ahora no puede contarnos historias y si se muere, mucho menos. Quizá se recupere. No lo creo, con la edad que tiene. La culpa es nuestra por no haber inventado historias, por esperar siempre que nos las contase el tío Celerino. Pero es que las del tío eran siempre tan buenas, creo que a nosotros no se nos ocurriría nunca nada igual.

Y Celerino murió. El párroco loó su figura y proclamó que Celerino no había desaparecido, que se encontraba dentro de todas las personas que lo quisieron. Los dos sobrinos se miraron y, ante el asombro de todos, salieron corriendo de la iglesia. Llegaron a casa y comenzaron a escribir historias.

3 comentarios:

Anita Baker dijo...

Pues me parece que Celerino se ha olvidado de mí.

Anita Baker dijo...

¿será que yo no le quise lo suficiente?

Lady Sullivan dijo...

Qué guay! Parece que las musas han vuelto, aunque en tu caso se llamen "el tío Celerino". Mola más!
Baker, seguro que por falta de tu amor no ha sido, son los comunicólogos que lo van apagando poco a poco