Ése viene a por ti, susurró Vladimir al oído de Eva, una hermonsa niña rubia, cuatro años menor que él. Desde que sus padres le abandonaron en el orfanato, había desarrollado un olfato especial para detectar el interés de quienes visitaban el centro. Siempre en la misma posición, pegado en la pared, como si un pelotón de fusilamiento fuera a descargar sus balas en su endeble cuerpo, había experimentado la indiferencia de decenas de parejas que habían desfilado ante él. Nadie parecía verle, pero ya se había resignado. Eva le apretó el brazo. Hasta siempre, Vladimir.
miércoles, 17 de octubre de 2007
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3 comentarios:
Muy bueno, baker... ¿Qué decías de que el Tio Celerino te había abandonado?
El cuento ganadoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!
Anita, estoy super orgullosa de ti!!! Viva nuestra Baker! Hip, hip... HURRAH! Mañana estaré pegada a la radio!
Qué nervios. Creo que ganará el del torito bravo, a pesar de sus faltas
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